Comentario
Bajo la dirección de Antemio, en el año 412 se articuló una triple línea defensiva que describía un arco más o menos paralelo a la antigua construcción de Constantino y que se extendía a lo largo de más de seis kilómetros; discurría desde el Cuerno de Oro al mar de Mármara en cuyo extremo, la Puerta de Oro, con sus grandes pilastras de mármol, procuraba una entrada monumental al camino costero principal. En el año 439 se levantaría la muralla costera, más sencilla, ejerciendo el conjunto una notable influencia en Salónica, Nicópolis y otros emplazamientos del entorno.
En su punto más externo, las murallas contaban con un ancho foso de 18 metros, protegido del lado de la ciudad por un bajo parapeto; a continuación venía un camino exterior de 14 metros de anchura; después, un muro exterior de 9 metros de altura, provisto de sólidos torreones. A continuación venía un camino interior de 20 metros de anchura y, finalmente, la muralla principal de unos 11 metros de altura en el exterior y cinco metros de grosor. Este último anillo estaba jalonado de torres cuadradas -de hasta 23 metros de altura-, precedidas de un muro bajo flanqueado por torres circulares -hasta un total de 96-, conformando en su conjunto una fortificación extraordinaria.
Las murallas dan una excelente idea tanto de la organización del trabajo -el muro principal fue terminado en poco más de un año-, como de la ingeniería militar del siglo V y de las técnicas de construcción en la arquitectura de la época (Krautheimer).
Desde el punto de vista de la ingeniería militar, mientras que las fortificaciones romanas se limitaban, generalmente, a una muralla principal y un foso, la inserción aquí de una falsabraga, va a crear, posiblemente por primera vez en la historia, una cerca doble, inaugurando un sistema de fortificación que desempeñaría un papel fundamental en la historia militar de la Europa occidental.
En cuanto a las técnicas de construcción, los muros fueron realizados de manera semejante a otras realizaciones de la época: hormigón revestido de pequeños mampuestos de caliza y reforzados a distintas alturas por verdugadas de ladrillo, cada una formada por cinco o más hileras de ladrillos -de tres a seis centímetros de altura cada una, con lechos de mortero de igual espesor- revelando su procedencia de la costa occidental de Asia Menor, de donde debió ser importado. Las torres fueron construidas con la misma técnica; los pasadizos y escaleras de su interior, están cubiertos con bóvedas de cañón hechas con ladrillos puestos de canto, mientras que las cámaras llevan cúpulas hechas con anillos concéntricos de ladrillos, posibilitando, de este modo, un desplazamiento cómodo a las guarniciones.
La Puerta de Oro tenía una triple entrada con el arco central más ancho que los laterales. En la parte superior había estatuas que sufrieron suerte diversa: elefantes de bronce, una Victoria, una estatua de Teodosio... y una cruz que fue derribada en tiempos de Justiniano. Las torres que la flanquean estaban hechas de enormes bloques de mármol y entre ellas había un patio pavimentado, rodeado en la parte occidental por un propileo. Posteriormente, las puertas fueron valladas excepto una entrada a pequeña escala.
Además de esta Puerta Dorada, reservada exclusivamente para uso del emperador o algún enviado especial, había diez puertas más, así como pequeños postigos para uso de las tropas. Una, conocida hoy como la Yedi Kouleh Kapoussi, se ubicaba entre la Puerta Dorada y el mar, mientras había otra entrada al norte de ésta para uso público. La Puerta Rhesion señalaba la continuación de la calle que desde el foro de Arcadio, se dirigía a la puerta de San Saturnino en las murallas costantinianas; su ramal norte llegaba hasta la Puerta de San Romanos, que recibía su nombre de una iglesia cercana fundada por la emperatriz Elena. Fue justamente al norte de esta entrada, donde los turcos forzaron las murallas en 1453. La puerta más importante de todas era la de Charisius, la Edirne Kapu de los turcos, pues canalizaba la actividad de la vía más importante de la ciudad. Desde aquí hasta el mar se extendía la zona posiblemente más vulnerable, siendo objeto de famosos asedios como el de los Avaros del año 626.
Con la terminación de las murallas teodosianas, Constantinopla adoptó un perfil que no fue modificado hasta tiempos recientes. Un breve informe estadístico del año 425, nos ofrece datos reveladores de la entidad de la ciudad: 5 palacios imperiales, 14 iglesias, 3 baños públicos, 2 basílicas, 4 foros, 2 teatros, 4 cisternas, 322 calles, 4.328 viviendas de cierta importancia -articuladas fundamentalmente en torno a la cuarta colina, no lejos del acueducto de Valente y al oeste del Gran Palacio- 52 columnatas, 133 baños privados... se trataba de una ciudad en rápido crecimiento, que estaba pasando desde los 30.000 habitantes de la época de Septimio Severo hasta los 400.000 que alcanzaría en el reinado de Justiniano. Una gran ciudad que cuadruplicaba la población de Tesalónica o Alejandría, por no hablar de las restantes. La ciudad había alcanzado su máxima extensión: aumentaría el número de iglesias, se haría más complejo el diseño del Gran Palacio, se perfeccionarían las obras públicas, pero a la altura del siglo V, lo esencial había sido realizado ya, en ningún caso sería posterior al siglo VI.